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Qué es un aneurisma y cómo se trata: la amenaza «silenciosa» que afectó al periodista Tato Young

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El periodista Gerardo “Tato” Young (52) sufrió un aneurisma cerebral y debió ser operado de urgencia.

Según describió su familia, en la tarde de este jueves, Young, que en los últimos días se había ausentado a su programa de Radio Mitre por haber acompañado a su hijo al viaje de egresados en Bariloche, tuvo un dolor de cabeza tan fuerte que llamó a una ambulancia.

Con esa primera observación, los médicos decidieron que debía ser derivado urgente al Sanatorio de la Trinidad de Palermo, donde fue operado durante la noche. Según los partes médicos, el cuadro es grave, pero hay evolución y serán cruciales las próximas 72 horas.

¿Qué es un aneurisma cerebral?

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La noticia se dio a conocer este viernes en el programa de Eduardo Feinmann

«Es una dilatación, como un globito, que se encuentra dentro del cerebro. Eso se produce porque hay una debilidad en la pared de alguna arteria», explica a Clarín Matías Baldocini, neurocirujano y director del Laboratorio de Neuroanatomía Microquirúrgica de la UBA.

acv Podemos nacer con auneurismas -técnicamente, «congénitos»- o pueden desarrollarse en la vida adulta. Una de cada cincuenta personas tiene un aneurisma en el cerebro, pero solo una pequeña cantidad causa síntomas o se rompe. Cuando eso sucede es muy peligroso.

«Ante la ruptura de un aneurisma cerebral, se da un tipo de accidente cerebrovascular hemorrágico que se llama hemorragia subaracnoidea, y es grave. La tasa de mortalidad es del 60%», puntualiza el experto.

¿Es lo mismo un aneurisma que un ACV? «Un accidente cerebrovascular es un evento inesperado adentro del cerebro, y se clasifican en dos grandes grupos: isquémicos -cuando una arteria se tapa por un trombo- o hemorágicos. Dentro del grupo de los hemorrágicos, un subtipo es la hemorragia subaracnoidea, que es la que generalmente produce la ruptura de aneurismas cerebrales».

Una amenaza «silenciosa»

«La mayor parte de los aneurismas son asintomáticos. Generan alarmas cuando alcanzan un tamaño importante y comprimen alguna estructura nerviosa, fundamentalmente, algún nervio intracraneal y pueden llegar a generar un compromiso neurológico por esa compresión. Pero, de hecho, hasta el 5% de la problación tiene un aneurisma y no siente nada».

¿Qué se hace frente a esa ausencia de síntomas? Se presta atención a los factores de riesgo y se focaliza en la prevención.

«Fumar es uno de los principales factores de riesgo. El tabaquismo hace que las personas tengan más posibilidades de sufrir la ruptura de un aneurisma cerebral. Otro es la hipertensión arterial, que al hacer circular la sangre con mayor fuerza dentro de los vasos senguíneos, aumenta la posibilidad de que se rompan.

La rehabilitación

Desde la organización Por una vida libre de ACV, que trabaja para generar acciones en la prevención, tratamiento y las condiciones de vida después de estos episodios, exponen los múltiples desafíos que existen después del momento urgente, cuando llega el momento de la rehabilitación.

Virginia Tejada Jacob, neuróloga experta en neurorrehabilitación y directora de Neurología de INECO Neurociencias Oroño, de Rosario, explica que en Argentina, aunque el accidente cerebrovascular no es el cuadro que más horas de cuidado informal requiere, sí es la principal causa de discapacidad permanente por su elevada frecuencia.

«Cuando un aneurisma se rompe generará síntomas muy importantes. Como un dolor de cabeza muy intenso, que suele describirse como ‘el peor dolor de cabeza experimentado en la vida’, náuseas y vómitos, rigidez en la parte posterior del cuello, visión borrosa, convulsiones, molestias al ver la luz, desorientación o confusión y también pérdida del conocimiento o síncope», describe Jacob.

En el país ocurren cerca de 120.000 casos por año, 40.000 muertes e igual número de nuevas personas que necesitarán cuidadores todos los días, para comer, ir al baño o bañarse.

Sobre el manejo del ACV, Jacob sostuvo que “es necesaria también la gestión y apoyo de políticas públicas que generen ámbitos adecuados de educación y talleres para familiares, apoyo a las asociaciones de pacientes, y entrenamiento continuo y de calidad para los profesionales que atienden pacientes con ACV».

Cuidar a un familiar que tuvo un ACV requiere más de 500 horas por año.

SC

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